Este libro es la memoria de una muerte y su resurrección. La narradora viaja a Japón para llevar adelante un proyecto artístico sobre el caminar. Esa obstinación de los pies marca un tiempo de experiencias físicas y emocionales complejas: el vínculo con su compañera de viaje, la pérdida del alfabeto propio, la desorientación profunda.
Morir debería ser difícil es una historia sobre la fragilidad y sobre la fuerza de la creación artística para resignificar los cuentos que insistimos en contarnos. Su lectura nos invita a una peregrinación: un vaivén entre lo mortífero y lo vibrante, el derrumbe y la transformación.




