Lina, la protagonista de Te quedan lindas las trenzas, pasa sus vacaciones de verano en el campo de sus abuelos maternos. Es la década del 60 y la vida transcurre en un tempo diferente. Cuando regresa a la ciudad, un hecho doméstico hará que deba vivir temporariamente en la casa de sus abuelos paternos, inmigrantes de la región del Piamonte, Italia.
Lina registra lo que va pasando a su alrededor: universos diferentes –y contrapuestos–, de las dos familias. Hay gozo cuando disfruta de la naturaleza y de las cosas simples de la vida, pero también soportará castigos, mandatos, prohibiciones y peligros. En esta historia encontramos hermanos terribles, el mal genio de una madre –detrás del cual se oculta el sufrimiento–, la distancia del padre y secretos familiares que pugnan por salir a la luz. Las dos abuelas, Luisa y Elbia, marcarán la infancia de Lina desde distintas visiones del mundo que moldearán su carácter y sus vínculos y determinarán su futuro. Un viaje a las Cataratas del Iguazú pondrá en evidencia la profunda fisura que existe en este mundo familiar que, supuestamente, es el que debe cobijar a Lina.