Japón no siempre se deja leer ante los ojos de Occidente. Sin embargo, la protagonista de este libro se esfuerza por escribirlo, y la tensión que se desencadena entre el territorio y su cronista es, al fin y al cabo, el viaje.
Una mujer recorre sola el país del sol naciente con su propio ciclo a cuestas. Mira a otras mujeres y se mira a sí misma mientras cumple el llamado de desangrarse a cada paso. El camino comienza en Kyoto, la antigua capital; continúa brevemente por Osaka, y luego se dirige a Hiroshima. Más adelante, en los alpes japoneses, un paisaje rural promete la calma, pero pronto se convierte en peligro.
El relato indaga tanto el sexo como la fe, el cuerpo y la identidad del país nipón. En un paisaje minimalista y silencioso, los secretos son imborrables, como una mancha de sangre en el paño blanco impecable.