¿De qué nos habla Nadie sabe dónde estuvimos? Hay una entrada y una salida en cada poema que nos va llevando de la mano hacia un corazón turbio que observa con pena. Quizá, la decepción y el malestar del poeta oculten un profundo dolor ante lo manifiesto del mundo, y –también– sobre lo que no está expuesto en forma precisa. Con humor ácido a veces, con agnosticismo en otras, expone las dudas sobre lo que existe en lo recóndito del alma humana. Su socarrona ironía nos transporta a un universo en donde las preguntas abundan y las respuestas son escasas. Lo cotidiano va cayendo hacia el absurdo y lo que parece ser una luz pronto se transforma en quimera.
Luis Benítez, como todo buen poeta, pudo vislumbrar lo que estaba por llegar, este momento bisagra, que parece caído de la mano de un dios que se escribe con minúsculas.