Juan Bautista Ritvo comienza con una pregunta que, a su entender, es preliminar y final: ¿Un sujeto puede alcanzar en tanto que tal a otro sujeto? Interrogante cuya formulación entrega una duplicidad que, aunque descoloca, orienta, tanto hacia “los presupuestos de los desarrollos ulteriores del texto” como a lo que no dejará ni por un instante de estar presente a lo largo del escrito: “la no-relación en el seno mismo de la relación”. Intervalo, quiasmo, diplopía, reversibilidad operatoria: formas de nombrar aquello que se escapa sin remedio y que el autor, sirviéndose del fantasma, retomará una y otra vez, a propósito del diagnóstico y del encuentro entre los cuerpos sexuados.
Los enigmas y trasformaciones del fantasma se despliegan, según Juan, en una temporalidad hecha de momentos, niveles, oscilaciones rítmicas, temblorosas, pulsátiles –propias de la carne–, y en una relación caleidoscópica con la imagen, el significante y el objeto.
Las lecturas que Ritvo propone y la escritura que es soporte del texto que nos entrega no son ajenas al tema que trabaja y dan por resultado un libro que en algunos tramos se asemeja a un montaje cubista, y en otros es, tomando prestada una expresión que se puede leer en estas páginas, un bello laberinto temporal.
El autor revisita textos e historiales freudianos y varios de los Seminarios y Escritos de Lacan, lee en los intersticios, inventa, crea, talla una poética. Parafraseando a Ritvo cuando afirma que, al igual que la mayoría de las nociones psicoanalíticas estratégicas, el goce se dice de muchas maneras: Ritvo cautiva porque lee, piensa, dice, increpa, escribe y argumenta… de muchas maneras.
Adriana Bugacoff Cynthia Szewach