Don, secreto, clandestinidad, anonimato, intimidad común. La escritura de Despret es un regalo que puede sorprender al campo de la salud mental con hipótesis prácticas para el reencantamiento de nuestros mundos.

“No era depresión, era capitalismo”, reza la leyenda de la revuelta chilena; mito que puede ser releído a la luz de este libro, mediante la interrogación de la eficacia terapéutica de las luchas y la dimensión política de las terapias. El encuentro entre terapia, epistemología y política reanima la mutación de los modos de vivir y morir, en la medida en que “el saber de los otros transforma nuestras maneras de sabernos”.

Los cuerpos y las emociones son zonas de opresiones, saberes y desobediencias. Despret lo dice así: “las condiciones de conocimiento son condiciones de existencia”. Nuestras estrategias colectivas se dirimen en ese suelo sensible.

Un fantasma recorre la salud mental: el fantasma de la tradición, que oprime como una pesadilla el cerebro de los vivos. La salud mental es un movimiento social, un terreno de disputas entre “animales homosexuales durante la revolución gay, babuinos beneficiándose del avance de las ideas feministas, animales capitalistas o anarquistas, monos brasileños comportándose como colonizadores portugueses, monos japoneses instruidos…”. Lo humano y lo no humano, lo vivo y lo muerto, se confunden. El desafío de una política del duelo es “resucitar” la herencia. Conjurar los fantasmas del futuro haciéndole nuevas preguntas a los del pasado.