Un escritor que no puede escribir se despierta una mañana y escucha un rugido. A partir de ese momento, su vida se vuelve una batalla a tres frentes: una lucha verbal continua con su pareja, una conversación incesante consigo mismo y una mujer en la carnicería y que lo impulsa a una aventura salvaje de persecución, sospecha y muerte.
Prosa abandonada en los brazos de una (pro)pulsión ultraviolenta, humanos aquí poco más que pedazos de carne (poco más que vísceras, músculos y sangre), nihilista, desfilando por el escaparate de una realidad enjaulada y rugiente, iluminada con neones de morgue, cuerpos prestos para el despiece y el asedio y la violación del templo que es el cuerpo, con diálogos excéntricos que se balancean en la periferia e ingravidez del lenguaje y mandan a paseo lo convencional.
Francisco Hermoso de Mendoza
Extracto de una invitación a la lectura de la obra de Roberto Vivero