Una piel tersa y blanquecina, una zona erógena de la palabra, un lugar original para la figura de la madre. Una escritura como un tapado que cobija un desnudo.
Una marea oceánica de movimientos del deseo, de la memoria, del cuerpo y el relato. Una ficción que es a la vez escritura de la vida.
Reflexiones de una mujer que narra el mundo, el pasado y el presente, donde despuntan lazos de familia. Entre lo íntimo, lo propio y lo privado, entre lo real y lo onírico, asoman formas mayores, sociales, de pares y de jueces que el pudor desdice.